Las desigualdades de nuestra sociedad se encuentran también en términos de salud. El sesgo de género y clase determina cómo accedemos a la salud, cómo nos estudia, diagnostica y medicaliza la comunidad sanitaria, cómo podemos ejercer nuestros derechos sexuales y reproductivos. Pero los roles de género, las violencias y la falta de recursos están además detrás de muchos trastornos mentales y emocionales de las mujeres. La crisis por la Covid-19 y la pospandemia que arrastra todas las consecuencias no ha hecho más que empeorarlo.
Se recoge en multitud de estadísticas de organismos oficiales, observatorios y trabajos de investigación, que las mujeres tenemos peor estado de salud. Pero como entidad de primera línea, que prestamos atención directa, lo vivimos y constatamos en el día a día. De acuerdo con las estadísticas de nuestros servicios, las afectaciones a la salud mental y emocional es una de las problemáticas que más volumen de cuidados ha requerido durante el año 2021 y la causa que hay detrás del aumento de muchas de las urgencias atendidas.
Constatamos un incremento del sentimiento de angustia, en muchos casos por el retroceso socioeconómico y de derechos sociales que está dejando esta crisis, que ha aumentado las dificultades sociales, laborales y económicas de muchas mujeres. Una complexitat a nivell mental i emocional que també es relaciona amb la càrrega que ha suposat sostenir les llars, cures, tasques domèstiques i economia familiar en el context de pandèmia.
Por otra parte, existe una importante y estrecha vinculación entre violencias machistas y mala salud. Lo que escuchamos en algunas mujeres atendidas en el último año en relación a su afectación psíquica es la intención o ideación suicida, más que en 2020, año del confinamiento y primer impacto de lo que está representando la pandemia. Se podría decir que es uno de los efectos de la era post COVID.
En ese mismo año hemos registrado un aumento de casos con afectación de trastornos mentales y con insuficiente seguimiento por parte de la sanidad pública. En casos de mujeres en situación de violencia machista y con una problemática de salud mental o adicciones, es necesario un intenso trabajo en red y fomentar una visión interseccional.
El estrés también aflora cuando se acerca la fecha de un juicio o cuando se aplazan las fechas de los juicios y cae toda la expectativa de poder declarar y presentar pruebas sobre las violencias vividas. Algunas mujeres que ya están en proceso de recuperación piden atención de urgencia en estos momentos. Su sufrimiento está relacionado con la lentitud del sistema judicial, especialmente cuando existen demandas de custodia por los hijos e hijas. Hemos atendido a muchas mujeres que se presentan desbordadas, con angustia por saber que los niños y niñas continúan bajo la poca o nula responsabilidad de padres que han ejercido violencia.
El distanciamiento social y el aislamiento generado por la pandemia ha debilitado la red social de las mujeres, y sobre todo de las mujeres supervivientes de violencia machista, aumentando así su vulnerabilidad y reduciendo las posibilidades de apoyo emocional y ayuda por parte del suyo entorno.
Las afectaciones que está dejando la crisis por la pandemia y la carencia de recursos como la vivienda y dificultades socioeconómicas han sido los detonantes de muchas de las visitas de urgencia. Las mujeres en situación de violencia machista sufren especialmente los efectos del desmantelamiento del estado de bienestar. La dificultad del acceso a la vivienda y la dificultad de conciliación laboral y familiar atrapa a muchas mujeres y criaturas dejándolas en la subordinación de su agresor.
En Igualada, por ejemplo, la tasa de paro de las mujeres se sitúa en el 17,84%. La prestación económica específica a la que se pueden acoger a las víctimas de violencia machista es la Renta Activa de Inserción, que son 463,21€ al mes. El precio medio de alquiler en la capital de Anoia es de 448€ al mes por vivienda[1]. Poder encontrar una salida de solvencia económica supone a las mujeres atravesar un periplo de servicios, recursos y trámites, muchas veces servicios y recursos saturados, en los que cuesta conseguir una cita presencial. Hay que sumar que las inmobiliarias se niegan a formalizar contratos de alquiler sin un contrato laboral a pesar de estar recibiendo ayudas económicas por parte de la administración.
Salir y romper con las situaciones de violencia machista, para muchas mujeres, representa afrontar el abismo. Ellas son conscientes de lo que pueden sostener y de lo que no. La accesibilidad a los recursos de la red y la garantía de derechos es clave para poder iniciar un camino de recuperación y reparación y disfrutar de una buena salud.
[1] La accesibilidad a los recursos de la red y la garantía de derechos es clave para poder iniciar un camino de recuperación y reparación y disfrutar de una buena salud.
FOTOGRAFIA: MIREIA RUBIO. Participante concurso de fotografía Com ens veiem les dones? 2022. 19ª edición “Nosotros, hasta el mismísimo”.